Cuando acabas diciendo lo de siempre.

|
Presentémonos adecuadamente. Iñaqui es un perito de ovnis que estuvo trabajando en venus durante más o menos un cuarto de su vida extraterrestre, y que tras varias depresiones decidió hacer vida en el planeta tierra para cambiar de aires. Iñaqui estuvo echando currículos por varias compañías de seguros y al final fichó por una donde el dueño estaba un poco mal del oído por eso de la edad, y lo confundió con un francés. Al llegar aquí tuvo que hacer vida en su ovni a unos 200 metros del suelo, pero como la ley obliga a mover el vehículo tuvo que tomar la medida de buscar una pensión (si no quería que se llevara su ovni la grúa). Trabajó durante varios meses, pero la comunicación no era su punto fuerte, sobretodo con su jefe. Cada mañana Iñaqui le saludaba al llegar a la oficina.
-Buenos días querido terrícola.
-¡Oh, encantado de verte Dominique! ¿Todo bien?
-Claro señor, como siempre.
-¿Que el café no tenía azúcar? No se preocupe, dé el problema por solucionado.
Pero su jefe no era su único problema de comunicación en su reciente vida en el planeta tierra, Iñaqui no conseguía adaptarse al idioma. Empezando por sus compañeros, quienes lo ignoraban por completo (se conoce que los terrícolas no se llevan bien con los venusianos), y no conseguía hacer ningún amigo. Él no entendía por qué una raza tan conocida por su inteligencia y sus grandes logros como es la raza humana pudiera estar dotada de aquella intolerancia que brindaba a su persona, cuando a él no le conocían de nada.
Iñaqui comenzó a recluírse en sí mismo, y empezó a recordar detalles de su infancia. Él no tuvo una mala infancia, fue tan feliz como un venusiano cualquiera, pero en un momento oscuro cualquier luz le podría iluminar. Poco a poco Iñaqui fue perdiendo la esperanza, su trabajo no le llenaba pues no entendía los automóviles humanos (al menos los que no tenían un condensador por válvulas sónicas), no conocía a nadie en la tierra, y su felicidad quedaba relegada a lejanos y vagos recuerdos, por lo que decidió visitar a un psicólogo que vio anunciado en la tele. Llamó por teléfono como marcaba en la pantalla y rápidamente se pusieron a trabajar.
-¿Hola? Llamaba por lo que anuncian en la televisión.
-Ah, ¿Es usted venusiano, verdad? - Contestó aquella voz por el teléfono.
-¿Cómo lo sabe?
-Reconozco ese idioma, estuve estudiándolo. ¿Qué le ocurre? Cuénteme.
-Verá, resulta que no me llevo con nadie en la tierra. No tengo amigos.
-Aham... ¿En qué mes nació?
-Pues... octubre. Y no aguanto mi trabajo, no me llena.
-Ya... no se preocupe escorpio, veo mucha felicidad en su futuro... una explosión de felicidad...
Iñaqui no comprendía aquel médico que no le dió soluciones, así que le colgó sin pagarle, "no se merece mi dinero", pensó. Poco a poco se fue cerrando en sí mismo, volvía de trabajar a la pensión y pasaba horas sentado o tumbado con la luz apagada. Empezó a pensar en el suicidio. Esa era la manera más fácil de sobrellevar las cosas. Compró agua y sal, la única manera de morir que tenía un venusiano, y pasó varias horas contemplando la idea del suicidio. Pero no pudo, él no era así.
Una tarde, por la calle, encontró a un cliente satisfecho con el que trabajó una vez (se le torció un poco el retrovisor) y lo invitó a un café. Iñaqui, contento, accedió. "¡Por fin una persona que me dirige la palabra!" Pensó. Cuando acabaron, el cliente le ofreció dar una vuelta en su coche.
-¡Conduzca usted, adelante! - Le dijo.
-No creo que lo merezca...
Pero Iñaqui acabó aceptando, cómo podía negarse a esa persona que le estaba recobrando la felicidad.
¿Olvidé decir que Iñaqui no manejaba el tema de los vehículos sin condesador de válvulas sónicas? Pues ese coche no era una excepción. La explosión retumbó en 2 manzanas a la redonda. Ahora al propietario del coche se le recuerda por unas flores en una calle y una piedra escrita puesta en un trozo de tierra, y a Iñaqui por un ovni destartalado en un desguace. Los humanos nunca acaban de llevarse bien con los venusianos.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

No debería visitar este blog. Es como viajar al pasado, como retroceder unos cuantos pasos. Es como intentar tener presente algo que ni siquiera debería recordar.
No debería visitar este blog, pero no puedo evitar entrar de vez en cuando.

Publicar un comentario

Seguidores