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Fuera de las mañanas vacías
ya no hay nada.
Susurros tristes, notas azules.
Luces que pasan grises
por los pequeños huecos de las persianas.
Bebes el ansia de la nada,
sientes el vacío de los días.
No tiene que acabarse.

Continúan los olores fríos
del incienso que se apaga.
El viento que golpea sumiso,
los árboles que bailan al silencio.
En tus sueños vuelves a ver
las tardes bañadas de amarillo,
escuchas sus llantos y sus cantos,
y lo deseas.

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